Monday, February 06, 2006

La taza que derramó el vaso

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Eran ya cuatro años de lo mismo: que no fumés, que no hagás eso, que no te pongás aquello que: “te quiero solo cuando me haces caso”…

Hace mucho tiempo un hijo en común no era excusa para estar juntos.

Ese día El continuaba en cama con una de sus clásicas migrañas; su madre, también clásica, no salía del cuarto de ellos (tercer día consecutivo en esas) por hacerle pañitos calientes al “nene”.

El suegro (clásico el), sentado en un sillón de la sala leía (esperaba a la doña) el periódico.

Ella?: lavaba los platos de la sopa que recién sirvió a sus suegros y del plato que, clásicamente, le cocinó aparte a el (porque no le gusta la sopa)…

Con rabia contenida (por años) retorcía la ScothBrite contra la última de las tazas por lavar y …
¡¡No se le va cayendo al piso y se le quiebra!!: ahí fue “donde la chancha torció el rabo”.

- ¿Qué es esta mierda?!!!!- gritó por lo menos 3 veces.

Avanzó hacia el cuarto, cuando eso la suegra indignada salía de el a reclamarle la bulla (a reclamarle la bulla? En su propia casa? Después de…todo… y una taza quebrada?)

Como era de esperarse le dijo hasta de lo que iba a morir.
Explotando de indignación y casi llorando, la suegra se dirigió a la sala:

- ¿Viste gordo lo malagradecida que es esta…?

El (suegro) inmutado desde hace… desde siempre… cerró el periódico, se puso de pie y le dijo:

- ¡Agarre sus cosas que no le han dicho más que la verdad… y ya era hora, vámonos para la casa.!

Al otro día El se fue con mami y Ella por fin se fumó un cigarro después de desayunar (sin moverse de la mesa), la tasa quebrada le sirvió de cenicero.

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